Patrono de la fundación FinSalud
La pandemia que estamos viviendo ha reducido los ingresos de la mitad de las familias españolas. El aumento del paro y las suspensiones de empleo ha agravado su situación financiera. Un tercio de las familias manifiesta tener dificultades para llegar a fin de mes. ¿Qué hacer en estas circunstancias? Lo primero que debe hacer una familia que ha vista caer sus ingresos por la pandemia es reducir sus gastos. Pero no todos los gastos se pueden reducir. Hay gastos fijos necesarios que hay que afrontar para vivir con dignidad. Hay que garantizar el pago de los alimentos y suministros. La vivienda también es un gasto necesario, ya sea en forma de alquiler o de cuota hipotecaria. Si los ingresos no alcanzan para pagar estos gastos se puede recurrir al crédito. Es un recurso a fondos ajenos que tiene un precio.
Buscar crédito rápido, tirando de tarjetas, es pan para hoy y hambre para mañana. El crédito revolving es la forma más cara de endeudarse. Su renovación, capitalizando intereses, es decir cobrando intereses de los intereses, crea un círculo vicioso con difícil salida. Raya en la usura. Ahora limita por el Tribunal Supremo. Cobrar de intereses más de la media publicada por el Banco de España, del 18,69% en este momento, puede ser usurario. Pero aun con este límite, es un recurso muy caro, no sostenible a medio y largo plazo.
La alternativa es acudir al crédito bancario. De hecho, la banca, consciente de su responsabilidad social en estos momentos de pandemia, está abierta a la financiación de las familias. Pero el crédito bancario tiene sus limitaciones. Los bancos deben evaluar la solvencia del cliente, es decir su capacidad de reembolso, antes de aprobar un crédito. Responden de la concesión irresponsable de crédito. Una responsabilidad que tienen muy en cuenta tras la reciente crisis financiera en las que fueron acusados del sobrendeudamiento.
En las circunstancias actuales, las autoridades financieras han anunciado su flexibilidad en la aplicación de estas normas de solvencia. Quieren que fluya el crédito a familias y empresas. Para hacerlo los bancos deben valorar la capacidad de reembolso atendiendo a las ayudas públicas disponibles y a los planes de recuperación a medio plazo lanzados por los gobiernos. No obstante, a pesar de esta flexibilidad, hay que reconocer las limitaciones del crédito bancario. Lo bancos son empresas dedicadas a la concesión profesional de crédito, con ánimo de lucro. Deben actuar con prudencia. No pueden dar ayudas a fondo perdido.
En la situación actual, las familias más vulnerables están en riesgo de exclusión social y financiera. Las ayudas financieras de los bancos deben ser completadas con ayudas sociales. Ya se están implementando. Las moratorias crediticias, las ayudas al alquiler y el denominado Ingreso Mínimo Vital son las principales. Pero falta coordinación y ajuste fino. Hay que evitar que aquellos que viven al margen del fisco con ingresos elevados pueden aprovecharse de estas ayudas. Pero, sobre todo, hay que realizar un ajuste fino de estas medidas para evitar que familias que si lo necesitan dejen de recibirlas. Son medidas administrativas rodeadas de burocracia. Hay que simplificar los trámites para garantizar que lleguen de forma inmediata a quienes lo necesitan.