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La educación y la inclusión financiera[1] están atrayendo cada vez más atención. Desde la crisis de 2008, cada vez son más las instituciones y entidades financieras que están desarrollando programas orientados al crecimiento económico y la equidad social. La potencial influencia de la inclusión financiera sobre la reducción de la pobreza, el crecimiento económico e, incluso, la estabilidad del sistema financiero explica por sí misma la importancia de desarrollar políticas públicas encaminadas a garantizar que las personas tengan acceso a productos financieros útiles que satisfagan sus necesidades −de forma responsable, ética y sostenible−. En resumen, promover la inclusión financiera es impulsar la prosperidad y reducir la pobreza.

La Agenda 2030 incluyó entre los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (véase Objetivos 10, 11, 12 y, especialmente, el 8) la inclusión financiera con el fin de promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible y ampliar el acceso a los servicios bancarios, financieros y de seguros para todos. En este sentido, el G-20 atiende a tres dimensiones a la hora de medir la inclusión financiera de un país: (i) acceso a los servicios financieros; (ii) el uso de los servicios financieros; y (iii) la calidad de los productos y de la prestación de servicios.

En nuestro país, de acuerdo con el Global Findex database (2017)[2], el 93% de los mayores de 15 años tienen acceso a internet en casa, cifra que se reduce significativamente, hasta un 71,5%, en el caso de mayores de 60 años. Respecto al número de adultos que poseen cuentas, el 97% de los encuestados respondieron afirmativamente. En cuanto al uso de pagos digitales, los datos de la encuesta reflejan que la sociedad española (más del 90% de la población joven y adulta) está altamente incorporada al tráfico de las tarjetas de débito, crédito y el pago con teléfono (desafortunadamente, el índice del Banco Mundial no desdobla los datos entre las tarjetas bancarias y el pago por teléfono). No obstante, en cuanto al uso de la banca digital y las aplicaciones móviles, podemos observar una fuerte diferenciación tanto por edad como por sexo. El 61% de adultos comprendidos entre los 15 y los 59 años afirma consultar sus cuentas vía internet o por aplicaciones del teléfono móvil. Sin embargo, entre los mayores de 60 años, esta cifra se reduce al 35%. Diferenciando por sexo, el 65% de los adultos varones consulta sus cuentas vía internet o por la aplicación del teléfono móvil, cifra que desciende al 56,5% si nos referimos a mujeres.

A nivel europeo, España se sitúa entre países con un mayor grado de inclusión financiera. La configuración del sistema bancario en nuestro país y el alto grado de presencialidad ha favorecido la inclusión de la ciudadanía. No obstante, el sector se encuentra inmerso en un fuerte retroceso como consecuencia del proceso de reestructuración. Desde 2008, han cerrado en torno a 20.000 oficinas bancarias. Por otra parte, la digitalización está forzando a que muchos trámites que se venían haciendo en “ventanilla”, ahora sólo puedan realizarse digitalmente. Si bien, es importante destacar que, según un estudio de MasterdCard, más del 40% de los españoles cree que una mejor educación sobre productos financieros y digitales ayudaría a impulsar la inclusión.

Recientemente, el Banco de Pagos Internacionales (BIS) ha publicado varios estudios acerca del impacto de la innovación financiera en la inclusión. En su estudio, Thomas Philippon[3] evidencia que la implementación de Fintech puede aumentar la eficiencia en la intermediación y reducir los costes en el acceso a los servicios financieros. Sin embargo, advierte de posibles sesgos discriminatorios en los algoritmos de las Fintech. Por otro lado, en el estudio Payment aspects of financial inclusion in the fintech era[4], el BIS reitera la importancia de la innovación financiera en materia de pagos como vía para promover la inclusión financiera. Sin embargo, la institución alerta de posibles riesgos que pueden conllevar las Fintech como resistencia operativa y cibernética, protección del cliente, protección de datos y privacidad, exclusión digital o concentración del mercado. Con el fin de afrontar estos riesgos y garantizar una verdadera inclusión, el BIS hace un llamamiento a la cooperación y coordinación efectiva entre supervisores y legisladores, así como al compromiso de los interesados.

Recapitulando, podemos concluir que los beneficios de la inclusión financiera pueden ser extraordinarios. La innovación financiera y las nuevas formas de financiación (p. ej. el crowdfunding) están permitiendo que las personas reciban pagos y capital de forma más directa, sencilla y barata. No cabe duda de que la digitalización supone un valor añadido a la prestación de servicios financieros. Por ello, es necesario que apliquemos la tecnología para garantizar el acceso pleno a los ciudadanos no bancarizados. La innovación financiera es nuestro gran aliado para superar los obstáculos que, hoy en día, impiden a un importante porcentaje de la población el acceso a los servicios financieros. Pero no olvidemos que su implantación debe venir acompañada de un programa de educación financiera, de la capacitación para las nuevas tecnologías y de un marco regulatorio que evite los efectos adversos de la tecnología.

[1] Definición OCDE/INFE “inclusión financiera”: proceso de promover un acceso asequible, oportuno y adecuado a una gama de productos y servicios financieros regulados, y extender su utilización a todos los segmentos de la sociedad mediante la aplicación de enfoques adaptados a las circunstancias, ya existentes o innovadores, entre los que se incluye la concienciación y la educación financieras, con el fin de promover el bienestar financiero y la inclusión social.

[2] Los últimos datos disponibles por el World Bank respecto a España son los correspondientes a 2017.

[3] Philippon, T. (2020). On fintech and financial inclusión. BIS Working Papers No 841. Disponible en https://www.bis.org/publ/work841.pdf

[4] Bank for International Sttlements. (2020). Payment aspects of financial inclusion in the fintech era. Committee on Payments and Market Infrastructures. Disponible en https://www.bis.org/cpmi/publ/d191.pdf

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